"Lo que es bueno para el corazón, también lo es para el cerebro"

La neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall, Nina Gramunt, destaca la importancia de los hábitos saludables en la prevención del Alzheimer y reivindica el poder de la divulgación para empoderar a pacientes y familias

La doctora Nina Gramunt (Foto: Fundación Pasqual Maragall)
photo_camera La doctora Nina Gramunt (Foto: Fundación Pasqual Maragall)

Hablar del Alzheimer es, en muchos casos, enfrentarse a un mar de incertidumbres, temores y mitos profundamente arraigados. Pero también es abrir la puerta a una nueva forma de entender el envejecimiento, la memoria y el poder de la prevención. En este contexto, la neuropsicología se revela como un puente entre la ciencia y las personas, entre lo que sabemos y lo que aún nos queda por descubrir. En la jornada 'Cuando te cuidas, el Alzheimer da un paso atrás', celebrada ayer en Santander, la neuropsicóloga experta en divulgación de la Fundación Pasqual Maragall, Nina Gramunt, abordó los retos, avances y esperanzas que marcan hoy el abordaje de esta enfermedad. 

¿Puede explicarnos cuál es el papel de la neuropsicología en el estudio y abordaje del Alzheimer? 

La neuropsicología tiene un papel muy relevante en el estudio y abordaje de la enfermedad del Alzheimer, integrando la evaluación, la intervención y el apoyo psicosocial a las personas afectadas y a los familiares o personas cuidadoras. 

Pero a la vez se engloba en un enfoque multidisciplinar. Para muchas de las actuaciones de la neuropsicología es muy importante trabajar en un ámbito interdisciplinar con profesionales de la medicina, particularmente neurólogos, a veces psiquiatras, con personal de enfermería, terapeutas ocupacionales, etc. Es decir, que forma parte de un abordaje global e integral. 

¿Cómo se combina la investigación clínica con la divulgación para acercar el conocimiento sobre el Alzheimer a la sociedad? 

Yo creo que es importante contar con este papel de bisagra. Si nos imaginamos una puerta que da paso de un ámbito al otro, es muy importante que la divulgación, particularmente aquella que podemos hacer profesionales que tenemos una trayectoria relevante, pueda trasladar esto de manera comprensible a la sociedad. 

La divulgación es una herramienta muy importante para sensibilizar, para empoderar a las personas que padecen Alzheimer u otro tipo de deterioro cognitivo, a las familias, a otros profesionales y, también, para sensibilizar a la sociedad y a los estamentos políticos con el fin de poder orientar justamente las políticas y actuaciones.  

¿Cuáles son las dudas más comunes que percibe en la población sobre esta enfermedad? 

Una de ellas es la condición genética de la enfermedad de Alzheimer. Esta gran preocupación de casi dar por hecho que, si mi padre o madre han tenido la enfermedad, yo lo voy a desarrollar. Sin embargo, por el hecho de haber heredado un gen o una mutación del padre o de la madre, solo se da en un 1% de todos los casos. En los otros, la genética es un factor de riesgo, pero no es determinante. También surge la creencia de pensar que, si te diagnostican Alzheimer no puedes hacer nada para mejorar la calidad de vida y el bienestar, cuando realmente se pueden hacer cosas para mejorar.  

Otra duda que surge es pensar que es una consecuencia inevitable de estrés y que no podemos hacer nada para evitarlo. Esto ha contribuido al concepto de la demencia senil, que en realidad no existe como diagnóstico médico. Por tanto, la demencia nunca es consecuencia del propio envejecimiento, sino que se debe a una enfermedad cerebral. 

Desde la neuropsicología, ¿qué tipo de intervenciones o terapias no farmacológicas han demostrado ser efectivas para ralentizar el avance del Alzheimer? 

El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer se aborda desde dos perspectivas: la terapia farmacológica, como son los medicamentos, y las terapias no farmacológicas, que también han demostrado eficacia en diferentes estudios.  

Aunque las no farmacológicas son más difíciles de estudiar a nivel de eficacia que los fármacos, porque no depende de una pastilla que te tomas o no te tomas, incluyen muchos otros factores, porque la condición humana es muy compleja. Pero sí que hay intervenciones, como la estimulación cognitiva, que son actividades estructuradas que ayudan a mantener el máximo tiempo posible funciones relacionadas con la memoria, la atención, el lenguaje o actividades de entrenamiento para desempeñarse mejor en la vida diaria. Y luego hay otro tipo de terapias, como la reminiscencia o la musicoterapia que, a lo mejor, no te van a incidir tanto en el desempeño cognitivo, pero sí en la conducta y en el bienestar. 

¿Qué avances recientes destacaría en la detección temprana o en la prevención a nivel cognitivo? 

Los principales avances están relacionados con la investigación científica donde cada vez está siendo más real poder detectar la enfermedad lo antes posible. Es decir, cuando los síntomas son apenas inexistentes. Incluso nos estamos acercando a que un día sea una realidad clínica poder detectar cambios en el cerebro antes de que aparezcan síntomas. 

Aquí hay una analogía que es como sucede, por ejemplo, en el cáncer, que es un gran avance poder detectar cambios antes de que la persona tenga síntomas. A partir de ahí entra en juego el desarrollo de nuevas moléculas y de nuevos fármacos que se puedan dar antes de que sea demasiado tarde para tratar de retrasar al máximo posible la progresión del deterioro cognitivo y la aparición de la demencia. Yo diría que está clarísimo que este cambio de paradigma es el principal avance al que estamos asistiendo. 

¿Cuál diría que es el mayor reto actual en el abordaje del Alzheimer tanto a nivel clínico como social? 

El principal reto en el abordaje de la enfermedad, tanto a nivel clínico como social, es poderla detectar lo antes posible. En el ámbito social, también es importante esta labor de divulgación para que la gente sea consciente o aprenda a detectar señales de alerta y a no atribuirlo fácilmente a algo normal del envejecimiento, sino que se pueda beneficiar de recibir un diagnóstico precoz de la enfermedad. 

¿Qué recomendaciones prácticas puede ofrecer para mantener el cerebro sano a lo largo de la vida? 

Hay una máxima muy importante a tener en cuenta que señala que lo que es bueno para el corazón, también es bueno para el cerebro. Es decir, hay hábitos de vida que tenemos muy claros que son buenos para proteger la salud cardiovascular como el ejercicio físico, la nutrición... Hoy en día sabemos que no solo son buenos para el corazón, sino que también aportan un buen mantenimiento al cerebro. Este tipo de hábitos influyen en la salud neuronal, incluso produciendo neurogénesis, es decir, generación de nuevas neuronas a lo largo de la vida y protegiendo la salud y conexiones entre ellas.

También hay otros hábitos como dormir bien. A veces pensamos que dormir es apagar la luz y listo. Sin embargo, en ese momento en el que el comercio de nuestro cerebro baja la persiana, hay mucha actividad muy importante, sobre todo de limpieza y mantenimiento neuronal que ayuda a consolidar los aprendizajes y la memoria.

Además, aprender cosas nuevas estimula nuevas conexiones. Por supuesto, la socialización y evitar la soledad, sobre todo aquella no deseada. La actividad social es una forma de estimulación y aprendizaje que ayuda al cerebro a crear nuevas conexiones. Hay muchas cosas que podemos hacer para proteger la salud cerebral.

¿Qué consejos daría a los familiares para acompañar y estimular de forma adecuada a una persona con deterioro cognitivo? 

Fomentar mucho la empatía, es decir, hacer el esfuerzo de ponerse en el lugar de esa persona y de no culpabilizarla por sus errores, de no recordarle constantemente que está fallando en algo, que cómo puede ser que no lo recuerde, etc. También es muy importante informarse con rigor y calidad para huir de falsas promesas o de informaciones de dudosa calidad profesional o científica.

¿Cómo imagina el futuro en cuanto a la prevención y tratamiento del Alzheimer? 

Imagino un futuro en el que el Alzheimer no sea sinónimo de un declive inevitable de la autonomía y de la identidad personal, sino que se pueda detectar a tiempo para que sea una enfermedad que esté ahí, que se cronifique sobre todo en estadios iniciales en los que la persona, con un poco de ayuda, pueda seguir manteniendo su funcionalidad y su autonomía prácticamente hasta el final de su vida. Que se pueda vivir una vida plena y con calidad a pesar de tener enfermedad de Alzheimer. 

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