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La detección temprana, el apoyo familiar y tener centros educativos preparados son fundamentales para abordar el TDAH

(Foto: Envato)
La asociación ACANPADAH y el psicólogo Carlos Fonfría destacan la necesidad de un abordaje integral del TDAH desde la infancia

Santander, 22 de octubre. El Trastorno por Déficit de Atención y/o Hiperactividad (TDAH) afecta a millones de niños y adultos en España, pero sigue siendo un gran desconocido para muchos docentes, profesionales sanitarios y, en ocasiones, para las familias. Factores como la falta de formación específica, el escaso acompañamiento tras el diagnóstico y los estigmas aún presentes convierten el día a día de los afectados en un auténtico reto. 

Desde Cantabria, la Asociación Cántabra de Padres de Ayuda al Déficit de Atención y/o Hiperactividad (ACANPADAH) trabaja para cubrir las necesidades de estas personas y sus familias. Su presidenta, Carmen García, ha señalado la importancia de que desde la sanidad pública se realice un mejor seguimiento y que se aporten recursos más adaptados. 

La asociación, sin ánimo de lucro, está formada por padres y madres que, junto con un equipo de psicólogos, ofrecen apoyo psicopedagógico y psicoterapéutico con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los menores afectados. Además, ofrecen charlas, talleres y conferencias para informar y formar a las familias. 

Según ha indicado, uno de los mayores problemas es la falta de atención específica una vez que se emite el diagnóstico. “Se anulan citas, no hay revisiones y faltan servicios centrados realmente en el trastorno”, ha resaltado la presidenta de la asociación, haciendo hincapié en que, “en el entorno escolar, la situación tampoco es sencilla”. 

García ha subrayado que, aunque existen protocolos, muchas veces todo depende del conocimiento y la sensibilidad del docente o tutor. “Todavía hay profesores que no creen en el TDAH y otros se sienten perdidos porque no tienen formación”, ha manifestado. Esto tiene consecuencias importantes en el desarrollo emocional y académico de los niños que se ven representados en ansiedad, baja autoestima, estrés, frustración y conflictos familiares. Por ello, desde ACANPADAH insisten en que la detección precoz es clave. “Lo ideal es acudir cuanto antes al pediatra y explicar lo que está ocurriendo para que derive al servicio de salud mental y se hagan los informes necesarios”, ha aconsejado. 

Por su parte, Carlos Fonfría, psicólogo y director de PsicoStudio, es también responsable del soporte emocional dentro de la Asociación. Explica que el TDAH se manifiesta principalmente en tres áreas: atención, hiperactivo-impulsivo o combinado y suele diagnosticarse en la infancia, aunque sus efectos se mantienen a lo largo de toda la vida. “Es un trastorno crónico que necesita apoyo constante asistencia y acompañamiento”, asegura. 

Entre los signos de alerta más comunes se encuentran la mala gestión del tiempo, la desorganización, la dificultad para mantener el esfuerzo, problemas con las habilidades sociales, la impulsividad y la toma de decisiones precipitadas. Todo ello, a menudo, afecta directamente a la autoestima. Las causas, según ha detallado Fonfría, son principalmente genéticas, con una fuerte vinculación hereditaria paterna. En los niños suele predominar la hiperactividad conductual, mientras que en las niñas los síntomas suelen expresarse más a través de la ansiedad. También influyen factores ambientales y diferencias biológicas en el desarrollo cerebral. 

El tratamiento más recomendado es el enfoque integrador que combina psicoterapia, intervención farmacológica cuando es necesaria, acompañamiento familiar y escolar, entrenamiento en habilidades sociales y estrategias de organización. El psicólogo apunta que el aumento de diagnósticos en los últimos años se debe, en gran parte, a una mayor sensibilización entre docentes, psiquiatras y familias, lo que ha permitido una detección más temprana. Sin embargo, advierte que también puede haber casos de sobrediagnóstico, ya que algunos síntomas pueden confundirse con los otros trastornos como la ansiedad o el trauma. 

La vida actual, en la que contamos con una exposición continua a pantallas, múltiples estímulos y presión por la multitarea, puede hacer que muchos síntomas se vean acentuados o enmascarados, dificultando el diagnóstico certero. “Tener TDAH no es simplemente ser despistado o moverse mucho. Es convivir con un trastorno complejo que afecta a todos los ámbitos de la vida”, ha subrayado Fonfría. 

Tanto él como Carmen García coinciden en que queda mucho trabajo por hacer, ya que este trastorno no es una invención ni una etiqueta, es una condición real que merece atención, recursos y comprensión.