Santander, 12 de mayo. Bostezar es algo que todos hacemos al despertarnos, antes de dormir o incluso al ver a alguien más hacerlo. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué ocurre? Aunque parece un acto simple, el bostezo esconde funciones que van más allá del cansancio o el aburrimiento.
Una de las teorías más extendidas es que el bostezo ayuda a regular la temperatura del cerebro. Cuando estamos cansados o con baja actividad, el cerebro puede calentarse ligeramente y este acto reflejo permitiría refrescarlo momentáneamente al introducir una corriente de aire. Es una forma natural del cuerpo de mantenerse alerta y en equilibrio.
Además, el bostezo tiene una dimensión social. Seguro que alguna vez te ha pasado que ves a alguien bostezar y, casi sin pensarlo, tú también lo haces. Esta respuesta automática, conocida como bostezo contagioso, podría estar relacionada con la empatía y los vínculos entre personas. De alguna manera, nuestro cerebro imita al otro como una forma de conexión.
Sin embargo, en algunos casos, el aumento inusual en la frecuencia de los bostezos puede ser una señal de alerta médica. Algunos trastornos neurológicos, cardiacos o incluso efectos secundarios de medicamentos, pueden manifestarse con bostezos excesivos, por lo que siempre es importante estar atentos si este comportamiento cambia sin motivo aparente.
En definitiva, bostezar no es solo una señal de sueño. Es una herramienta biológica que nos ayuda a mantener el equilibrio corporal y emocional y que revela, en su aparente simplicidad, la complejidad de cómo funciona nuestro organismo.