El impacto del azúcar en el sistema inmunitario y su efecto en las defensas

Para mantener un estilo de vida saludable es importante moderar su consumo y priorizar una dieta rica en nutrientes que favorezca el buen funcionamiento de las defensas
Azúcar (Foto: envato)
photo_camera Azúcar (Foto: envato)

Santander, 8 de abril. El azúcar es uno de los ingredientes más consumidos en todo el mundo que está presente no solo en dulces y refrescos, sino también en productos procesados y alimentos aparentemente saludables. Aunque es una fuente rápida de energía, el exceso de azúcar en la dieta puede tener efectos perjudiciales sobre la salud, especialmente en el sistema inmune.

Uno de los principales efectos es la reducción de la capacidad de los glóbulos blancos para combatir infecciones. Cuando consumimos grandes cantidades de azúcar, especialmente de glucosa y fructosa, estos glóbulos blancos se ven menos eficaces para luchar contra bacterias y virus. De esta manera, el exceso de azúcar puede debilitar nuestras defensas justo cuando más las necesitamos.

Por otro lado, puede surgir una alteración en el equilibrio de la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias dañinas a expensas de las bacterias beneficiosas. Esto puede contribuir a un aumento de la inflamación en el cuerpo, lo que afecta de manera negativa la respuesta inmunitaria y aumenta el riesgo de enfermedades autoinmunes y otras afecciones inflamatorias.

El consumo excesivo de azúcar provoca picos en los niveles de glucosa en sangre, lo que desencadena la liberación de insulina. La inflamación crónica afecta a la función de las células inmunitarias, lo que las hace menos eficientes a la hora de responder a infecciones o eliminar células dañinas.

Además, el azúcar puede alterar la producción de citoquinas, favoreciendo la producción de aquellas que promueven la inflamación y dificultan la correcta respuesta inmune. Esto puede generar un ambiente propenso a enfermedades infecciosas y dificultar la recuperación de lesiones o enfermedades.

También tiene un impacto negativo sobre los antioxidantes naturales del cuerpo, ya que provoca un aumento en la producción de los mismos y acelera el envejecimiento celular, así como una reducción de la capacidad del sistema inmunológico para defenderse de las agresiones externas.

Un consumo elevado de azúcar está estrechamente vinculado con el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 1, la obesidad y enfermedades cardiovasculares que afectan negativamente al sistema inmune. 

Para proteger nuestras defensas y mejorar nuestra salud en general, es fundamental moderar el consumo de azúcar. Algunas recomendaciones están orientadas a leer las etiquetas de los alimentos, optar por fuentes de azúcar natural, mantener una dieta equilibrada, reducir la ingesta de bebidas azucaradas y hacer ejercicio de manera regular.

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